¿Por qué las mujeres están obsesionadas con The Summer I Turned Pretty? (y qué dice eso sobre sus deseos y expectativas)

En mi mundo de Juan Soto, NFL y demás deportes, me he visto bombardeado por contenido de The Summer I Turned Pretty, confieso que al principio no entendía el furor. ¿Una serie sobre una chica atrapada en un triángulo amoroso en una playa? Meh, parecía otro drama teen. Pero tras un largo maratón —como investigación periodística, claro— y después de bucear en Reddit, TikTok y múltiples artículos de Cosmopolitan, entendí por qué esta serie de Amazon Prime, que cerró su tercera temporada el 17 de septiembre, tiene a las mujeres de 15 a 35 años discutiendo sin parar si Team Conrad o Team Jeremiah. No es solo una historia de verano; es un reflejo de lo que las mujeres anhelan, esperan y, sobre todo, cómo pelean por elegir su propio camino. 

Primero, los deseos.

Mira, como hombre, a veces reducimos el amor a una ecuación simple. Pero The Summer I Turned Pretty me abrió los ojos a algo más visceral. La protagonista, Belly Conklin (Lola Tung), no es la típica chica de rom-com perfecta; es insegura, comete errores y vive en ese caos emocional que todos recordamos de los 16. La serie, basada en los libros de Jenny Han, toca una fibra nostálgica: esos veranos donde un crush se sentía como el fin del mundo. En X, un usuario lo puso claro: 

“Las chicas amamos a Belly porque nos recuerda cuando todo era intenso, cuando un chico te miraba y sentías que volabas”. 

Y así, parece que la serie es una vía de escape para desear sin culpa: un amor épico, noches de fogatas en la playa, y ese sentimiento de ser el centro del universo de alguien. Como hombre, te digo: subestimamos cuánto significa (no solo para ellas) revivir esa libertad emocional.

Luego están las expectativas, y aquí la cosa se pone interesante. La masculinidad ha sido educada con la idea de que el amor es un trofeo: consigues a la chica, fin. Pero The Summer I Turned Pretty muestra que, para las mujeres, el amor es un campo minado de presiones sociales. Belly no solo lidia con Conrad y Jeremiah; enfrenta el duelo por la muerte de Susannah, la madre de sus crush, y las expectativas de ser “la chica perfecta” mientras crece.

TSITP

En la temporada 3, con un salto temporal a la universidad y un viaje a París, vemos a una Belly más madura, pero igual de conflictiva. En foros como Reddit, las fans debaten sin parar: “¿Por qué Belly elige a Jeremiah si Conrad siempre estuvo ahí?”. ¿Mi opinión?: la serie expone lo injusto que es juzgarlas por no cumplir con el guion de “felices para siempre”. Las mujeres no quieren solo el anillo; quieren que las vean, con todas sus contradicciones.

Lo más revelador, sin embargo, es lo que dice sobre nuestra capacidad de elegir pues hay veces, que cada elección parece venir con un jurado. Belly toma decisiones duras: romper un compromiso, soltar a alguien que ama, priorizarse a sí misma. En un episodio clave de la tercera temporada, flashbacks muestran cómo sus errores la moldearon, y eso resuena con todos los que alguna vez cometimos equivocaciones.

Una cita en The Guardian lo clava: “No es solo una serie teen; es sobre los primeros amores y la esperanza de los veranos eternos”.

Desde mi perspectiva, la obsesión con Belly viene de que representa una rebeldía silenciosa: elegir lo que quieres, aunque te critiquen. 

Yo veo en esto una lección: subestimamos lo valiente que es para alguien decir “esto es lo que quiero” en un mundo que nos presiona a ser complacientes.

Al final, The Summer I Turned Pretty no es solo un drama para chicas; es un recordatorio de que los deseos, expectativas y elecciones amorosas son más complejos de lo que los solemos entender. La serie, con su soundtrack de Taylor Swift y su estética de atardeceres en la playa, es como un diario colectivo donde ellas pueden gritar, llorar y soñar sin pedir permiso. Si no la has visto, dale una chance en Prime Video —aunque sea para entender a las mujeres en tu vida. Y si ya la viste, dime: ¿Team Conrad o Jeremiah? Porque, aunque no lo admita en voz alta, yo también tengo una opinión.